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Un sistema que de puro revolucionario parece sacado de una película de ciencia ficción persigue mejorar el aspecto del rostro sin dolor, pinchazos o quirófanos. Este avance en la medicina estética, que algunos denominan “lifting de rostro sin bisturí”, consiste en una terapia organizada a través de una máscara con luces LED que actúa sobre las líneas de expresión e incluso en pequeñas cicatrices provocadas por el acné. Un casco cubre el rostro con una red de 81 fuentes de lud Led roja o azul durante 20 minutos en una cabina. Los puntos luminosos activan los mecanismos regenerativos de la piel y, para favorecer el proceso, un aporte de células madre y activos adaptados a la piel de cada persona. Para la correcta y rápida absorción de estos activos se emplea una técnica japonesa conocida como NNM Aquaporesis, una infusión de agua con ácido hialurónico y una infusión de oxígeno puro. Los resultados son visibles desde el primer momento, y la comodidad y seguridad evidentes al no necesitar postoperatorio ni provocar efectos secundarios.
Esta máscara se creó en los laboratorios de la NASA en su afán por facilitarle la vida a los humanos en sus salidas al espacio. Ya hace cuarenta años descubrieron que los que los diodos emisores de luz roja estimulaban el crecimiento de las plantas lejos de la Tierra. Después se experimentó con astronautas, y las conclusiones fueron muy interesantes: la luz LED roja tenía efectos cicatrizantes y estimulaba la regeneración celular, y la luz azul poseía propiedades antiinflamatorias.En función de la impureza o imperfección que se quiera atacar el tratamiento varía. Para las arrugas, 81 puntos de luz roja de 635 mm, y para el acné o poros muy dilatados, fuentes de luz azul de 410 mm. Estas máscaras que ya están a la venta por internet afianzan el vínculo entre las nuevas tecnologías y la ciencia médica y nos confirman que la realidad y la ficción a veces no están tan separados.